TXT Loreto Oda
IMG Moira Muñoz
Nicolás Aguilar buscó su camino. Lo trazó y lo comenzó a andar. Todo por su cuenta. Esto, porque luego de cursar dos años de psicología se dio cuenta de que lo suyo era estar detrás de una barra y se lanzó. Empezó a estudiar y, de forma autodidacta, aprendió. Logró ser jefe de barra de CheckPoint, un bar conceptual en Punta Arenas y, al poco tiempo, la Asociación Central de Bartenders de Chile [Acebach] lo invitó a que se sumara y certificara. A sus 25 años llegó a Santiago y casi de inmediato se instaló detrás de la barra de Verde Sazón, donde ha podido desarrollar su coctelería, muy centrada en la botánica, esa que aprendió de su abuela en el sur, a quien rinde homenaje en su carta. Desde esa mirada, acá da algunos consejos.
Empieza a considerar tus propios endulzantes naturales. No tienen que apelar al azúcar: puedes ocupar miel o ágave. Al dejar el azúcar se empiezan a sentir más sabores.
La botánica es tu amiga. Hay que distinguir las notas que se perciben en un destilado y pensar en complementarlas más que en desvanecerlas, porque no se puede mezclar todo. Si te guías por las notas organolépticas puedes hacer muchas cosas.
La gente que no estudia las nuevas tendencias se oxida. Hay que aprender y compartir los conocimientos.
El garnish no es la única opción. Por ejemplo, yo ocupo filamentos de sacos de harina para decorar una copa. Y ese elemento tiene una historia dentro del cocktail. Hay que tener imaginación y darle oportunidad a ciertos insumos.
Todo tiene una segunda vida útil. Por eso, hay que ver todo como una alternativa para hacer coctelería sustentable. Y ya claramente ¡chao bombillas plásticas!
El mejor bartender no es necesariamente el que hace el mejor cocktail, sino el que es mejor anfitrión. Nosotros no vendemos copas, sino experiencias.